miércoles, 4 de julio de 2012

Déficit Atencional


El Déficit Atencional (DA) es un trastorno que afecta la capacidad del individuo para prestar atención. Los que lo padecen presentan dificultad para concentrarse y a veces para controlar su conducta.
Algunos sujetos no pueden estar sentados por largos periodos de tiempo sin sentirse inquietos e impacientes y se los considera hiperactivos. Otros que tienen déficit de atención son exactamente lo contrario aunque también tienen dificultad para prestar atención, no son considerados hiperactivos, pero demoran más para hacer las cosas. El niño que llega al mundo se inserta en el medio al que debe adaptarse, a una familia ya existente, que al mismo tiempo debe aceptar al recién llegado.
El bebé en un comienzo es totalmente dependiente, es decir que depende de los adultos para hacer cualquier cosa. Esta dependencia apunta, con el desarrollo a convertirse en lo opuesto, ser independiente.
En los niños con Déficit Atencional estos cambios cuestan más, retardan este pasaje de la dependencia a la independencia. Es así como vemos chicos que no saben hacer practicamente nada solos y al mismo tiempo son extremadamente exigentes con los que los rodean: "el pequeño tirano" como algunos padres lo describen.

¿CÓMO SE LLEGA AL DIAGNÓSTICO?

El diagnóstico de déficit atencional lo hace el especialista, sobre la constatación de tres síntomas claves:
  * Falta de atención.
  * Impulsividad.
  * Hiperactividad.

Estos síntomas deben presentarse simultáneamente antes de los siete años de edad y durante un mínimo de seis meses, de manera de eliminar la posibilidad de que pueda tratarse de una reacción temporal a un problema puntual. El SDA puede diagnosticarse sin hiperactividad y con predominio de falta de atención o de impulsividad.

La falta de atención puede evidenciarse porque los niños/as parece que no escucharan cuando les hablan, se equivocan de manera reiterada, les resulta complicado seguir instrucciones, pierden todo, les cuesta organizarse y son en general descuidados. Además, ante cualquier estímulo, por pequeño que sea, se distraen.

La hiperactividad es fácil de determinar y a menudo es lo primero que motiva la consulta a especialista, los niños/as presentan muchísima dificultad para permanecer sentados, constantemente mueven las manos y/o los pies, corren, saltan sin control, exponiéndose a veces a situaciones peligrosas y siendo “accidentógenos” por naturaleza. Por lo mismo son pequeños que ya en su corta vida, han presentado algún hueso roto o algunos puntos en su cuerpo para reparar algún corte o herida profunda; así mismo los moretones son habituales.

La impulsividad puede comprobarse ya que estos niños/as hablan antes de pensar, es decir, no esperan a que la profesora termine de preguntar y ya están respondiendo, interrumpen, hablan más de la cuenta y hay muchísima dificultad en esperar por su turno.
Si comparamos a los niños/as afectados con SDA respecto a aquellos sin el problema y de la misma edad, a menudo los primeros presentan dificultades en poner atención para seguir instrucciones, pierden más sus cosas, olvidan sus tareas, les cuesta estar tranquilos en su puesto de trabajo y seguir instrucciones. Esto no es por ser “desordenados” sino porque al no prestar atención no pueden seguir las indicaciones entregadas. Les resulta en extremo complicado atender dos estímulos a la vez, por lo mismo para ellos es difícil escribir y atender al profesor.
Aunque en ocasiones pueden poner atención, necesitan de muchísima más motivación y de recompensas frecuentes frente a tareas de corto plazo, las de largo plazo son prácticamente imposibles de poder planificar.

Dado lo anterior, el SDA puede verse acompañado de otras consecuencias para los niños/as, como baja autoestima, poca tolerancia a la frustración, bajo o irregular rendimiento escolar, trastornos conductuales, agresividad, hacerse el “payaso”, etc. Esto evidentemente genera en el medio retos y correcciones constantes que hacen al niño percibir un mundo en el cual “siempre es retado, corregido y siempre se equivoca”, generando así un círculo vicioso el cual es muy difícil de romper.

 TRATAMIENTO


El tratamiento debe tener un enfoque multidisciplinario, es decir, se requiere de la intervención de distintos profesionales.
Los primeros en sospechar el Déficit Atencional en los niños son los padres o los profesores al observar las características anteriormente mencionadas.
El diagnóstico del Déficit Atencional debe considerar los aspectos neurológicos (niveles de inmadurez), psicopedagógicos (los déficit cognitivos sean estos trastornos de aprendizajes u otros) pedagógicos (métodos y exigencias escolares) y familiares (apoyo adecuado).
El neurólogo infantil confirma si existe el D.A. y en la generalidad los casos administra fármacos (Ritalín, Cyrlet, Ritrocel) que regulan la capacidad de atención, impulsividad y ansiedad del niño.
El psicopedagogo evalúa el tratamiento de los déficit cognitivos sean estos trastornos de aprendizaje u otras dificultades específicas que comúnmente se presentan junto al D.A.
Los profesores deben desarrollar estrategias metodológicas donde se respete el ritmo de aprendizaje del alumno con D.A. lo que significa muchas veces positivamente en forma permanente para así elevar su autoestima. Utilizar estrategias que desarrollen la autoinstrucción e intercalar períodos intermitentes de descanso para evitar la sobre carga.
La familia con todos sus miembros deben establecer rutinas claras (horarios de tareas, de diversión T.V. y otros), dar responsabilidades, evitar castigos severos porque no dan resultados, reforzar toda conducta positiva por pequeña que sea, desarrollar lenguaje interno (autoinstrucción, es decir, que se repita en voz baja la acción que va a realizar antes de ejecutarla). Que los adultos controlen sus emociones, que mantengan un tono de voz bajo y tranquilo, que sepan dar instrucciones.

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